Así fueron estas palabras que hoy marchitas se quedaron en sus líneas para siempre almacenadas. Miradas inconexas que susurran al oído infinitas esperanzas de elocuentes evidencias. Trayectos indigestos, que solo la escritura logró sacar del paso, y ahora, perdido entre el asombro, me rio en cuanto puedo, respiro, tranquilo como nunca, pero quizás no como antes.

Ahora, suspiro si supiera, que hay algo en aquel fondo, que asusta tanto al ego, que a veces ni lo encuentro. Lo busca cuando puede, aunque no quiera nunca, mirar en sus resquicios, hay algo de todo eso, de mí que asusta tanto, al otro al propio encuentro, testigos de lo escueto, de tantas otras veces que no quise mirarte, de tantas esas noches que no pude ni hablarme.

Estas letras, las poesías, sus ideas, la consecuencia de una batalla contra el inconsciente, de una pelea por alcanzar algo de paz, un equilibrio, un pequeño instante de tranquilidad interior. Deshonesto sería arrojarlas al olvido, evadir sus evidencias, los aromas de sus trazos, sus preguntas poco tibias, la amargura en sus pinchazos. Narrarlas al recuerdo, por eso es su rescate, diluido entre su sombra, el rastro lo que queda, que ahora, borra vago el frío, helada la secuela, ausente entre mi niebla.

Rotos. En medio de la nada. La incomunicación.
Dosis de apariencias que destrozan todo.
Frágiles susurros, a gritos en ramas caducas.
Armarios con trajes que no visten nada.
Nada más que miseria, la inocencia nos ha abandonado.
La ley del más fuerte, puñetazos y rencor.
Miradas suicidas. Es todo lo que nos queda.
Resquicios violentos de la sumisión.
Cómo ser feliz en un mundo de llanto.
Cómo ser salud en una realidad enferma.
Incivilizadas, la barbarie del romance interno,
el otoño acecha a la llegada de la tempestad.
Las danzas del pulso y un ritmo constante.
Ni siquiera tengo fuerzas para un nuevo baile.
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Excavar en los adentros, emprender un viaje hacia las profundidades del interior para encontrar palabras, para poder expresar las cosas que pasan en la mente. Continuar, seguir, paso a paso, sin prisa, con fuerza, con ganas. Observarse sin egos, para aprender de los fallos, de los aciertos, de las derrotas, de las victorias, para levantarse cada mañana con ganas de seguir creciendo. A veces nosotras mismas, cada una, en nuestras cabezas somos las únicas que nos ponemos limitaciones, barreras, juicios, límites, ante los miedos, ante el abismo del exterior. Esto no quiere decir que el mundo sea un lugar perfecto ni existan múltiples formas de opresión, violencia y dominación, negarlo sería un poco ingenuo, pero la actitud con la que te enfrentas al día a día puede encaminar tus decisiones y tus actos, pues la perspectiva que una toma ante los problemas delimita en gran medida su resolución.